En este primer encuentro exploramos la arquitectura viva de nuestro sistema óseo. Los huesos no son estructuras rígidas, sino paisajes dinámicos atravesados por capas, texturas y flujos.
Nos adentramos en las espirales internas óseas, fuerzas que viajan a través de segmentos y espacios articulares en todas direcciones. Estas espirales amortiguan impactos, optimizan el movimiento y aligeran el desplazamiento.
El ejercicio principal consiste en conectar nuestras espirales óseas con las del otro cuerpo, para que la alineación sustituya al esfuerzo excesivo.
La práctica de masaje tailandés se centra en entrar en contacto con el esqueleto desde la escucha y la alineación, favoreciendo la precisión y la ligereza en el toque.
Introducción
El sistema osteoarticular desempeña un papel esencial en la biomecánica del cuerpo humano, proporcionando soporte estructural, facilitando el movimiento y absorbiendo impactos. Está compuesto por huesos, articulaciones, ligamentos, tendones y cartílagos, cuya función coordinada es crucial para el mantenimiento de la estabilidad y la movilidad.
Es la base estructural del aparato locomotor y permite la ejecución de movimientos de distinta complejidad. Su correcto funcionamiento depende de la interacción precisa entre sus distintos componentes:
- Huesos: Actúan como elementos estructurales y puntos de inserción para músculos y tendones, posibilitando la transmisión de fuerzas.
- Articulaciones: Determinan el rango de movilidad entre los huesos y se clasifican en sinoviales, cartilaginosas y fibrosas, en función de su capacidad de movimiento.
- Tejidos blandos: Comprenden los ligamentos, tendones y cartílagos, encargados de conferir estabilidad, flexibilidad y protección a las articulaciones.
La movilidad eficiente depende de factores como la lubricación articular, la elasticidad de los tejidos blandos y la alineación ósea. Técnicas como el masaje tailandés permiten optimizar estos aspectos al mejorar la circulación de líquidos articulares, reducir restricciones miofasciales y estimular la respuesta propioceptiva del organismo.
Elementos clave de los paisajes óseos
- Líquido sinovial: Sustancia viscoelástica presente en las cavidades articulares, cuya función es minimizar la fricción entre superficies óseas, facilitar el movimiento y suministrar nutrientes esenciales a los condrocitos.
- Cartílago articular: Tejido avascular especializado que recubre las superficies óseas en las articulaciones sinoviales. Su principal función es distribuir cargas mecánicas y absorber impactos, minimizando el desgaste óseo.
- Ligamentos: Bandas de tejido conectivo denso que estabilizan las articulaciones al restringir movimientos excesivos y proporcionar resistencia a fuerzas externas.
- Tendones: Estructuras fibrosas que conectan los músculos con los huesos, transmitiendo la fuerza generada por la contracción muscular para producir movimiento.
